Todas las cosas me son entregadas de Mi más bien; y nadie sabe quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo revelará.

Hay una nota de triunfo en estas palabras de Jesús, que la salvación de los hombres continúa a pesar de todos los esfuerzos del enemigo por frustrarla. Se regocijó en el Espíritu Santo, el Espíritu en Él pronunció un dicho inspirado. Él da la plenitud de la alabanza al Padre, el Señor todopoderoso del cielo y la tierra. El propósito final de toda la obra de redención era redundar en la gloria de Dios, según cuyo consejo se llevó a cabo.

A los que son sabios y prudentes en su propia presunción, que esperan encontrar el camino al cielo de su propia imaginación por obras de su propia imaginación y por su propia sabiduría, a éstos les está oculto el camino de la salvación, 1 Corinzi 1:18 . Pero a los indoctos, a los que están dispuestos a llevar cautiva toda razón bajo la obediencia de Cristo y, como niños recién nacidos, desean la leche sincera de la Palabra, a estos Dios se deleita en las maravillas de Su Palabra y obras. Ese ha sido el agrado de Dios, y por eso le debemos eterna gratitud.

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