Porque el Hijo del Hombre vino a buscar ya salvar lo que se había perdido.

De la abundancia del corazón habla la boca. La fe está obligada a manifestarse en obras de arrepentimiento y misericordia. No había sido mera curiosidad, sino el deseo de salvación lo que había llevado a Zaqueo a buscar al Salvador, y ahora la impresión personal creada por el Señor en palabra y obra hizo que su corazón estuviera seguro de su confianza. No se escondió en un rincón e hizo promesas a medias, sino que hizo una confesión abierta de sus pecados y una declaración igualmente abierta en cuanto a su manera de enmendarse.

Promete al Señor dar la mitad de sus bienes a los pobres; como prueba de su completo cambio de corazón hace restitución. Y dondequiera que haya defraudado a cualquier hombre de cualquier manera, está dispuesto a devolver cuatro veces la ganancia injusta. Véase Esodo 22:1 . Él hizo esto por su propia voluntad; mostró la sinceridad de su conversión.

"Él había sido publicano y usurero; pero ahora que tiene al Señor como su huésped, las cosas han cambiado con él, y está listo para restaurar todo donde ha estafado a cualquier hombre; también da la mitad de sus bienes a los pobres, porque cree que todos son iguales a él y miembros de Cristo, de los cuales antes, antes de que Cristo viniera a él, hacía lo contrario, tomando dinero de los pobres, injertando y dañando donde podía injertar y dañar.

Inmediatamente el asunto cambia con él; ya no le importan esas cosas; sus riquezas ya no son su tesoro, sino Cristo; él hace uso de sus bienes sin discriminación, no para que él solo pueda tener un suministro completo, sino para que él también pueda dar comida y asistencia a los pobres. “Por lo cual también Jesús, viendo esta prueba de la fe que sabía que estaba presente en su corazón, proclama esto públicamente: Hoy ha venido la salvación a esta casa, en la conversión de Zaqueo por el advenimiento e influencia de Cristo.

Zaqueo era ahora en verdad un hijo de Abraham, considerado espiritualmente, un hijo de la promesa. Aunque el ministerio personal de Jesús estuvo confinado principalmente a los hijos de Israel, Él vino a buscar y salvar lo que se había perdido. Todos los pobres pecadores de todo el ancho mundo están incluidos en su misericordioso consejo de redención. Ese es el propósito de Su venida. Su búsqueda de los perdidos debe llevarse a cabo si la salvación, el rescate, ha de llegar a todos ellos; no hay nadie exceptuado.

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