Y entonces verán al Hijo del Hombre viniendo en una nube con poder y gran gloria.

Aquí algunos de,. se enumeran las señales que marcarán el comienzo del gran Día del Juicio. Las leyes de la naturaleza, que han sido fijadas por el Creador, serán derogadas y, en consecuencia, el universo se disolverá en el caos. Señales insólitas e inauditas tendrán lugar en el sol, la luna y las estrellas, no las de los eclipses regulares o fenómenos similares que se rigen por leyes fijas, sino las que causarán una terrible consternación desde el principio y una angustia opresiva experimentada por el gente del mundo, junto con una perplejidad impotente, provocada en parte también por el ruido y las olas del mar.

Tan indescriptiblemente terrible será la disolución de los lazos que mantienen unido el universo que los corazones de los hombres desfallecerán, serán sacados de sus cuerpos por el miedo y por la expectativa de las cosas que se avecinan y amenazan con engullir al mundo; porque los mismos poderes de los cielos que sostienen la maquinaria del vasto cielo en su lugar serán movidos y sacudidos. Y luego, en medio de toda esta agitación, mientras los disturbios cataclísmicos sacuden al mundo y al universo entero en total impotencia, entonces ellos, todos los hombres, verán al Hijo del Hombre, el gran Juez de la tierra, viniendo una nube, con poder y gran gloria.

El despreciado y rechazado, el manso y humilde Profeta de Galilea habrá despojado entonces de toda evidencia de la anterior humillación, y todos los hombres se verán obligados a reconocerlo como el Señor de todos.

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