donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.

Después de la interrupción, Cristo reanuda su discurso. No siempre son las obras grandes y poderosas en el reino de Cristo, los milagros, lo que cuenta y se acredita. Un servicio pequeño e incidental, una copa de agua ofrecida en Su nombre, para mostrar un servicio por Su causa, es considerado tan altamente por Él que promete Su recompensa definitiva. Por otra parte, si alguno escandaliza, ofende, hace que uno de estos pequeños que creen en Cristo, especialmente también los niños pequeños, haga el mal o reciba una impresión que le haga tener en menos estima a Cristo y al Iglesia cristiana, esta es una ofensa que el Señor no puede condenar demasiado fuerte.

Mucho mejor, dice, sería que tal persona fuera arrojada al mar con una piedra de molino atada al cuello antes de cometer tal ofensa. Aquí se coloca una grave responsabilidad sobre todos los padres, maestros y todos aquellos cuyo deber los pone en contacto con los niños y con los que son pequeños en el reino de Dios, los cristianos que son débiles en el conocimiento cristiano. Velar por nuestras bocas para que no hablen palabras, velar por nuestros miembros para que no cometan hechos que causen daño y ofensa, esa es una obligación solemne, por la cual se exigirá cuenta en el último día con las más severas estimación.

En este sentido, la mano es muy propensa a ofender, casi inconscientemente se pone al servicio del pecado. Es necesaria una vigilancia constante, no sea que el pecado que comete, la ofensa que comete, se convierta en parte de la culpa acumulada que acarreará sobre tal persona el castigo del fuego del infierno.

Continua dopo la pubblicità
Continua dopo la pubblicità