de tal manera que la multitud se maravilló al ver que los mudos hablaban, los mancos sanaban, los cojos andaban y los ciegos veían; y glorificaron al Dios de Israel. No hay evidencia de hambre del alma, no hay deseo de iluminación espiritual, solo de curar el cuerpo.

Pero seguramente Cristo no dejó pasar esta oportunidad; Les habló de la única cosa necesaria. Pero las multitudes venían en una procesión interminable, llevando a sus familiares y amigos indefensos, los cojos, ciegos, mudos, mutilados o mutilados, cuyos miembros estaban dislocados o habían sido amputados, y muchos otros. Fue una repetición de ocasiones anteriores. Indicaron su completa confianza en Su poder de sanidad al arrojar a los enfermos a Sus pies.

Habían hecho su parte, sabían que Él haría la Suya. Y Su poder sanador salió una vez más sobre aquellas personas de la frontera, mitad paganas, mitad judías, para su deleite y asombro. Todos los enfermos y lisiados fueron restaurados a la salud completa, al uso correcto de sus miembros. Y las multitudes con alegría dieron gloria al Dios de Israel, que les había enviado este gran Sanador.

Continua dopo la pubblicità
Continua dopo la pubblicità