LIBRO DE LOS SALMOS

INTRODUCCION

El título hebraico de este libro es Alabanzas (Tehilim), o Himnos, puesto que uno de sus rasgos principales es la alabanza, aunque esta palabra ocurre en el título de un solo salmo (145). El título griego (en la Versión de los Setenta," hecha 200 años antes de Cristo) es Psalmoi, de donde viene nuestro vocablo Salmos. Este corresponde al hebraico mizmoi, designación que ocurre en el título de sesenta y cinco salmos, y que el siríaco, lengua afín del hebreo, usa como título de setodo el libro. Significa, como el griego, oda, o canción, cuyo canto se acompaña con algún instrumento, particularmente el arpa (Cf. 1 Crónicas 16:4; 2 Crónicas 5:12). A algunos salmos se les antepone el hebreo shir, una canción. Pablo parece que alude a todos estos términos en Efesios 5:19, "cantando … en salmos, himnos, y canciones espirituales".

Títulos.—Más de cien salmos llevan títulos que dan una o más (y en un caso, el Salmo 60, todas) de las siguientes indicaciones: direcciones para el músico, nombre del autor o del instrumento, estilo de la música o de la poesía, el tema u ocasión. La autenticidad de estas inscripciones ha sido debatida por algunos escritores. Dicen que los primeros traductores, como los griegos y los siríacos, descuidaron la traducción, varíando algunas y alterando otras, y en varios casos, añadiendo títulos a salmos que en el hebreo no tenían ningunos. También se alega que el tema de algún salmo, dado en el título, no concuerda con su contenido. Pero dichos traductores también se apartaron de la correcta traducción de muchos pasajes de la Biblia, en caya autenticidad todos concuerdan; y se puede demostrar, con una investigación más acertada, que las inconsecuencias alegadas no existen. La reconocida antigüedad de estos títulos, por otra parte, y aun su obscuridad, son una prueba en su favor, y tales prefacios de una composición concuerdan con los usos de aquella época y de aquellas partes del mundo (cf. Isaías 38:9).

"Al Músico Principal"—Este era el director de la música (cf. 1 Crónicas 15:21 con los Salmo 39 y 70). La preposición "a" antepuesta al título significa perteneciente a en su carácter oficial. Este título se halla en 53 salmos, y se adjunta a la oración de Habacuc (Cap. 3.) La misma preposición se antepone al nombre del autor, y se traduce "de", como en "un salmo de David", "de Asaf", exceptuando la expresión: "los hijos de Coré." Allí la traducción, "para los hijos de Coré," evidentemente es inadecuada, porque va la indicación usual, "al músico principal," y no se sugiere a otro por autor. Para la aparente excepción de esta última advertencia, véase más adelante, y el título del Salmo 88. La explicación de otras particularidades de los títulos se dará, conforme ocurran.

Los Autores—Este libro comúnmente se llama "Los Salmos de David," siendo él el único autor mencionado en el N. T. (Lucas 20:42), y apareciendo su nombre en más títulos que el de ningún otro autor. Además de casi la mitad de los salmos en donde así aparece, se le atribuyen el segundo y el 95, en Hechos 4:25 y Hebreos 4:7 respectivamente. Fué probablemente, el autor de otros muchos que aparecen sin nombre. David se esforzó mucho por hermosear el culto del santuario. Entre los 288 levitas que él señaló para cantar y tocar los instrumentos musicales, halla mos mención de los "hijos de Coré" (1 Crónicas 9:19), inclusive Hemán (1 Crónicas 6:33); también de Asaf (id. 39-44) y de Etán (id. 44-49). Sin duda plugo a Dios dotar a estos hombres con la inspiración de su Espíritu, de modo que usaran aquellos talentos poéticos que sus relaciones con el arte de la música los habrían inspirado a cultivar, en la producción de composiciones parecidas a las de su rey y partrón. A Asaf se le atribuyen doce salmos; a los hijos de Coré, once, inclusive el 88, el que se atribuye también a Hemán, siendo éste el único caso en que se menciona el nombre del "hijo" (o descendiente); y a Etán, uno. El nombre de Salomón aparece delante del Salmo 72 y 127; y el de Moisés antes del 90. Se discutirán las cuestiones suscitadas respecto al autor en cada caso.

El Contenido—Como el libro se compone de 150 composiciones diferentes, no se presta a ningún análisis lógico. Por cuanto los judíos los dividieron en cinco libros, porque cinco eran los libros de Moisés (1o. 1-42; 2o. 43-72; 3o. 73-89; 4o. 90-106; 5o. 107-150), se han hecho muchas tentativas para descubrir, en esta división, algún valor crítico o práctico; pero han sido en vano. Varios son los esfuerzos hechos por clasificar los salmos por temas. El de Angus, que se incluye más abajo, es acaso el más util.

Con todo, los Salmos tienen una forma y carácter que les son peculiares; con las diversidades de estilo y de contenido, todos se asimilan a dicha forma, y juntos constituyen un sistema consecuente de verdad moral. Son odas poéticas, y de aquel paralelismo (cf. Introducción a los Libros Poéticos) que distingue a la poesía hebrea. Son todos líricos, o sea, canciones adaptadas a instrumentos musicales, y todos de la lírica religiosa, destinados como tales, para el uso del culto del santuario.
El rasgo distintivo de los Salmos es su carácter devocional. Sea su contenido didáctico, histórico, profético o práctico, forma la base o tema de la oración, de la alabanza, o de ambas cosas. En ellos se inculcan las doctrinas de la teología y los preceptos de la moral para. La naturaleza de Dios, sus atributos y perfecciones, y las obras de la creación, la providencia, y la gracia, se desarrollan. En los conceptos más sublimes del verso más exaltado, se celebra la gloriosa supremacía de Dios sobre las potestades del cielo, tierra e infierno, y su sabio y poderoso dominio de todas las operaciones materiales e inmateriales. Se manifiesta el gran pacto de gracia basado en la promesa fundamental de un Redentor—siendo aquél y ésta provisiones de la ilimitada misericordia de Dios, respecto a las doctrinas de la regeneración por el Espíritu, el perdón de los pecados, el arrepentimiento para con Dios, y la fe hacia Jesucristo, mientras que sus gloriosos resultados, que abarcan la salvación de los hombres "desde los cabos de la tierra," son proclamados en confidente oración profética y en alabanza y gratitud. La historia personal de los autores y la de David especialmente en sus aspectos espirituales, es la misma del pueblo de Dios en general. La biografía cristiana es edificante sólo como sea la verdad ilustrada en la experiencia, tal como la que producen la palabra y el Espíritu de Dios. Ella puede ser facticia en cuanto a origen y de autenticidad dudosa; pero en los Salmos la experiencia de los verdaderamente piadosos está detallada, bajo la influencia divina, y "en palabras que el Espíritu Santo" enseñó. Toda la vida interior de pío queda revelada, y es aquí donde los cristianos de todas las edades tienen las tentaciones, conflictos, perplejidades, dudas, temores, los gemidos de arrepentimiento, y las tristezas aplastantes por una parte, y por la otra, el gozo y la esperanza de la misericordia clemente, la victoria sobre las seducciones de los falsos lisonjeadores y la liberación del poder de Satanás, con los cuales comparar sus propios ejercicios espirituales. En los Salmos también aparecen los frutos de aquella soberana misericordia que tan a menudo se busca en anhelante oración y tantas veces, va hallada, se canta en gozo extático, exhibidos por la paciencia en la adversidad, por la moderación en la prosperidad, en el celo por la gloria de Dios, en el amor al hombre, en la justicia para el oprimido, en el santo desdén del arrogante, en la magnanimidad hacia los enemigos, en la fidelidad para con los amigos, en el gozo por la prosperidad de Sión y en la oración confiada por su engrandecimiento y su perpetuidad.
Las recapitulaciones históricas de los Salmos son en extremo instructivas. La elección por Dios de los patriarcas, los padecimientos de los israelitas en Egipto, su éxodo, sus tentaciones a Dios, sus rebeliones y calamidades en el desíerto, su establecimiento en Canaán, sus apostasías y reformas, todo provee ilustraciones del gobierno providencíal de Dios sobre su pueblo, individual y colectivamente, y tiende a ensalzar su adorable gracia y a rebajar el orgullo humano. Pero las promesas y profecías relacionadas con estas recapitulaciones, y presentadas en otras partes de los Salmos, tienen alcance mucho más amplio, y demuestran las relaciones del libro con el gran tema de la promesa y de la profecía:

El Mesías y su Reino—David era el siervo de Dios escogido para gobernar a su pueblo, como la cabeza a la vez del Estado y de la Iglesia, el ascendiente "según la carne," de su adorable Hijo y tipo de él en sus relaciones oficiales, tanto en el padecimiento como en el triunfo. Generalmente, las pruebas de David a manos de los impíos, simbolizan las de Cristo, y sus éxitos finales, los del reino de cristo. Típicamente, él usa lenguaje para expresar sus sentimientos que sólo encuentran su sentido pleno en los sentimientos de cristo. En tal sentido se cita y se aplica en el N. T. Y además en cuanto a la gran promesa (2 Samuel 7) hecha a él y a su simiente, a la que se hace frecuente referencia en los Salmos, David supo por la revelación que, aunque su reino terrenal pereciera, su reino espiritual siempre perduraría en el poder, la beneficencia y la gloria de Cristo. Repitiendo y amplificando dicha promesa, David habla, no sólo como tipo, sino que "siendo profeta, y sabiendo que Dios le había jurado con un juramento que del fruto de sus lomos, cuanto a la carne, elevaría al Cristo sobre su trono," él "predijo los padecimientos de Cristo y la gloria que seguiría. Su encarnación, su humillante tristeza, la persecución, y muerte cruel, se revelan en los clamores augustiosos del oprimido desesperanzado; y su resurrección, y ascensión, su sacerdocio eterno, su dignidad real, su oficio profético, su recepcion e impartimiento de los dones del Espíritu, la conversión de las naciones, el establecimiento, aumento y perpetuidad de la Iglesia, la consumación de las edades, y la bienaventuranza de los justos que reconocen a este Rey en Sión y la ruina de los malos que lo rechazan, todo se predice en el lenguaje de segura confianza y de gozo inefable." Mientras que estos grandes temas han proporcionado al pueblo de Dios una teología popular y una guía en la experiencia religiosa y en la moral cristiana, revestidos en el lenguaje de la devoción, han dado una liturgia inspirada por medio de la cual los piadosos de todos los credos y sectas, por casi tres mil años, han dado expresión a sus oraciones y alabanzas. Los judíos, antes de la venida de Cristo, lloraron la adversidad de Sión y celebraron sus glorias futuras, en las palabras de su antiguo rey. Nuestro Salvador, con sus discípulos, entonó uno de estos himnos la noche en que fué traicionado; de uno de ellos sacó las palabras con que expresó la terrible angustia de su alma, y espiró con las de otro salmo en sus labios. Pablo y Silas en el calabozo, los primitivos cristianos en los lugares secretos de culto, o las ricas iglesias de tiempo posterior y los débiles y desparramados rebaños en la obscuridad y el error prevalecientes de las Edades Medioevales, alimentaron su fe y calentaron su amor con estos consoladores cánticos. Hoy día, al través del culto cristiano, en formas innumerables de versión, paráfrasis e imitación, por papistas y protestantes, prelados y presbiteranos—independientes, bautistas, metodistas—por hombres de todos las tierras y de todos los credos, en culto público y privado, todavía Dios es adorado en los sentimientos expresados en estos Salmos venerables. Desde el tono de tristeza y padecimiento que llena las primeras partes somos llevados entre alternados conflictos y triunfos, entre melancólicas quejas y confianza naciente; conforme nos acercamos a su terminación, los tonos de tristeza van menguando, y los de alabanza se oyen más fuertes, hasta que, en las armonías extáticas del último Salmo, el coro de la tierra se confunde con los aleluyas de la multitud que nadie puede contar, en el santuario superior.

El arreglo de Angus o de Bickersteth puede usarse con provecho como guía para hallar un salmo de tema particular. Sigue en forma algo modificada:

1. Didácticos.—Los buenos y los malos, Salmo 1:5, 7, 9-12, 14, 15, 17, 24, 25, 32, 34, 36, 37, 50, 52, 53, 58, 73, 75, 84, 91, 92, 94, 112, 121, 125, 127, 128, 133; la ley de Dios Salmos 19, 119; la vanidad de la vida humana, Salmos 39, 49, 90; el deber de los gobernantes, Salmos 82, 101.—2. Alabanza. (1) Por la bondad de Dios generalmente a Israel, Salmos 46, 48, 65, 66, 68, 76, 81, 85, 98, 105, 124, 126, 129, 135, 136, 149; (2) A los buenos Salmos 23, 34, 36, 91, 100, 103, 107, 117, 121, 145; Salmo 146; (3) Misericordias a individuos, Salmo 9:18, 22, 30, 40, 75, 103, 108, 116, 118, 138, 144; (4) Por sus atributos generalmente, Salmos 8, 19, 24, 29, 33, 47, 50, 65, 66, 76, 77, 93; 95-97; Salmo 99; Salmo 104; Salmo 111; 113-115, 134, 139, 147, 148, 150.—3. Devocional—expresivos de (1) Arrepentimiento, Salmos 6, 25, 32, 38, 51, 102, 130, 143; (2) Confianza en la aflicciónl Salmos 3, 16, 27, 31, 54, 56, 57, 61, 62, 71, 86; (3) Tristeza con esperanza, Salmos 13, 22, 69, 77, 88; (4) Profunda Aflicción Salmo 4:5, 11, 28, 41, 55, 59, 64, 70, 109, 120, 140, 141, 143; (5) Sentimientos por la Privación de Privilegios, Salmos 42, 43, 63, 84; (6) Deseo de Socorro, Salmo 7:17, 26, 35, 44, 60, 74, 79, 80, 83, 89, 94, 102, 129, 137; (7) Intercesión. Salmos 20, 67, 122, 132, 144.—4. Históricos, Salmos 78, 105, 106.—5. Proféticos. Salmos 2, 16, 22, 40, 45, 68, 69, 72, 97, 110, 118.

Nota.—El compilador de las citas que siguen, ha omitido toda referencia a los autores por creerla un embarazo innecesario para el comentario. Ha hecho uso de las obras de Calvino, Scott, Poole, Ainsworth, Cobbin, Geike, Vatablo J. H. Michaelis, Rosenmuller y Alexander. Con los últimos dos nombrados tiene una deuda en particular por los pasajes paralelos. Ha hecho uso franco de las opiniones expuestas por dichos autores, y no pretende crédito por cosa alguna en la obra salvo la concisión unida con la plenitud de la exposición. Cualquiera que haga la prueba hallará que es mucho más fácil escribir un comentario largo que uno breve.

NOTA DEL TRADUCTOR

El libro que traducimos es un comentario hecho de la versión inglesa de la Biblia, llamada comúnmente "la Autorizada", o la del Rey Santiago. El idioma inglés ha sufrido un desarrollo muy notable desde la aparición de esta versión, y su texto resulta para el lector común de hoy en día bastante difícil de comprender. El comentador, pues, debió modernizar el texto de la versión, a la vez que se empeñaba en aclarar el sentido de los idiomas originales. La versión española, o mejor dicho, la de Valera, la más popular entre nosotros, si bien adolece de muchos arcaísmos, presenta muchísimo menos dificultades en este respecto que la "Autorizada" inglesa. Por tanto, cuando el texto o el vocablo elucidado por el comentador está claro en la versión española, excluímos su discusión de esta obra.
Por otra parte, habrá términos y frases de la versión española que no recibirán aclaración en esta obra, por la razón de que estamos traduciendo una obra del inglés, en la cual los correspondientes términos y frases no fueron tratados, por ser bien comprensibles en la versión inglesa. Así que el lector español podrá verse chasqueado de no encontrar la aclaración deseada de ciertos pasajes.
La versión inglesa casi siempre emplea el término "el Señor", cuando la española traduce "Jehová". No hemos podido hacer la distinción siempre en esta traducción.
Hay una divergencia muy grande entre la versión inglesa y la española en la traducción de los tiempos gramaticales, especialmente en los libros poéticos. Muchas veces la una emplea el presente o el futuro cuando la otra usa el pretérito, y viceversa. En los textos comentados no hemos tratado de subrayar esta diferencia, que acaso el lector las más veces los pasará sin darse cuenta de ello.

El traductor no ofrece notas particulares respecto a interpretación tocante a los Salmos. El autor emplea el vocablo "Iglesia", refiriéndose al culto judaico, o al sistema religioso levítico, o bien al "Israel espiritual". Los evangélicos no acostumbramos pensar en la Iglesia Cristiana como la continuación de una "Iglesia Judaica". En Cristo todo es hecho nuevo. "La ley y los profetas hasta Juan". El reino de los cielos tampoco es la continuación del judaico. La iglesia no existió en aquel entonces. "Edificaré mi íglesia".

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