LA EPISTOLA DEL APOSTOL PABLO A LOS FILIPENSES

INTRODUCCION

LA EVIDENCIA INTERNA de la autenticidad de esta Epíátola es fuerte. El estilo, la forma del pensamiento, y la doctrina, concuerdan con los de Pablo. Paley (Horae Paulinae, cap. 7.) cita la mención al propósito del viaje de Epafrodito a Roma, la contribución filipense para las necesidades del apóstol, la enfermedad de Epafrodito (1:7; 2:25-30; 4:10-18), el hecho de que Timoteo estuvo largo tiempo con Pablo en Filipos (1:1; 2:19), la referencia a su encarcelamiento en Roma ya de larga duración (1:12-14; 2:17-28), su voluntad de morir (cf. 1:23 con 2 Corintios 5:8), la referencia al hecho de que los filipenses habían visto suultraje sufrido allí (2 Corintios 1:29; 2 Corintios 2:1.).

La EVIDENCIA EXTERNA es igualmente decisiva: Policarpo, ad Philippenses, sec. 3. y 11; Ireneo, Adversus Haereses, 4:18, sec. 4; Clemente de Alejandría, Paedagogus, 1. 1, pág. 107; La Epístola de las iglesias de Lyon y de Viena, en Eusebio, Historia Eclesiástica, 5.2; Tertuliano, Resurrectio carnis, c. 23; Orígenes, Celsus, 1:3, pág. 122; Cipriano, Testimonios contra los Judíos, 3.39.

Filipos era la primera (es decir, la más lejana de Roma, la primera a que Pablo llegó al entrar en Macedonia) ciudad de la región, llamada Macedonia Prima (así llamada por estar más al este). El vocablo griego no debe traducirse (Hechos 16:12) "la principal", como en la Versión Inglesa [Alford.] No ella, sino Tesalónica era la ciudad principal de la provincia, y Anfípolis lo era del distrito de Macedonia Prima. Era una "colonia" romana (Hechos 16:12), hecha colonia por Augusto para conmemorar su famosa victoria sobre Bruto y Casio. Una colonia era en efecto una porción de Roma misma trasladada a las provincias, un vástago de Roma, y así como si fuera un retrato de la ciudad madre en pequeña escala. [Aulius Gellius, 16. 13]. Sus habitantes eran ciudadanos romanos que tenían el derecho de votar en las tribus romanas, gobernados por su propio senado y magistrados, y no por el gobernador de la provincia, por la ley romana y con el idioma latino.

Pablo, con Silas y Timoteo, plantó el evangelio allí (Hechos 16:12), en su segundo viaje misionero, año 51 d. de C. Sin duda la visitó de nuevo en su viaje de Efeso a Macedonia (Hechos 20:1); y en Hechos 20:3, Hechos 20:6 se menciona expresamente su tercera visita a su retorno de Grecia (Corinto) para Siria por via de Macedonia. Sus padecimientos en Filipos (Hechos 16:19) afirmaron el vínculo de unión cristiano entre él y los convertidos filipenses, los que, como también él, estuvieron expuestos a pruebas por causa del evangelio (1 Tesalonicenses 2:2). Ellos solos enviaron subsidios para sus necesidades temporales dos veces a poco de salir de ellos Pablo (1 Tesalonicenses 4:15), y otra tercera vez un poco antes de la redacción de esta Epístola (1 Tesalonicenses 4:10, 1 Tesalonicenses 4:18; 2 Corintios 11:9). Este ferviente apego por parte de ellos, acaso se debía en parte también al hecho de que había pocos judíos en Filipos para sembrar, como en otros campos de su labor, las semillas de desconfianza y de sospecha. No había allí sinagoga, sino solamente una proseucha judaica, oratorio o lugar de oración al lado del río. Solamente allí leemos de su reunión sin oposición alguna por parte de los judíos; la que hubo fué sólo por parte de los amos de la muchacha adivinadora, cuyas ganancias habían acabado con la liberación de la pobre endemoniada.

Aunque la iglesia de Filipos estaba aún libre de la influencia judaizante, sin embargo era menester que se le advirtiera de aquel peligro que en cualquier momento podía acosarle desde afuera (2 Corintios 3:2), así como tales influencias maléficas se habían infiltrado en las iglesias gálatas. En el 4:2, 3 hallamos un vestigio de un dato histórico (Hechos 16:13), al efecto de que había mujeres convertidas entre los primeros en abrazar el evangelio en Filipos.

En cuanto al estado de la iglesia, colegimos de 2 Corintios 8:1 que sus miembros eran pobres pero muy liberales; y de Filipenses 1:28, que estaban sobrellevando persecuciones. La única reprensión recordada tocante al carácter de ellos fué, de parte de algunos miembros, la tendencia a disensiones. Por tanto, la amonestación del apóstol sobre la disputa (Filipenses 1:27; Filipenses 2:1, Filipenses 2:12,14; Filipenses 4:2).

El OBJETO de la Epístola es general: no sólo para agradecer a los filipenses el subsidio enviado por manos de Epafrodito, el que ahora volvía llevando esta carta, sino también para expresar su amor y simpatía cristianos, exhortarles a una vida consecuente con la de Cristo, y amonestarles respecto de las disensiones existentes y los posibles asaltos futuros de parte de los judaizantes de fuera. Es notable en esta Epístola sola, en comparación con las otras, que, en medio de muchas alabanzas, no se expresa censura alguna de los recipientes de la Epístola. Ningún error doctrinal, ni cisma había surgido; el único reproche sugerido es que algunos de la iglesia filipense carecían algo de la humildad de corazón, lo que resultaba en disputas. Dos mujeres, Euodias y Síntique, se mencionan como habiendo faltado en este respecto. La Epístola se puede dividir en tres partes: I. Palabras de afecto dirigidas a los filipenses; referencias a su propia condición de preso en Roma y a la de ellos, y a la misión que encarga a Epafrodito (1:1-2:23). Epafrodito probablemente tenía un puesto de importancia en la iglesia de Filipos, tal vez el de presbítero. Después que Tíquico y Onésimo hubieron salido de Roma (año 62 d. de C), llevando las Epístolas a los Efesios, a los Colosenses, y a Filemón, el apóstol fué fortalecido en sus prisiones por la llegada de Epafrodito con el subsidio filipense. Este fiel "hermano, y colaborador y compañero de milicia" (2:25), había contraído por las fatigas del viaje una enfermedad peligrosa (2:26, 30). Pero ya estando restablecido, "deseaba" (2:26) volver a su rebaño filipense y en persona aliviar la ansiedad que por él tenían con respecto a su enfermedad; y el apóstol con alegría se aprovechó de la oportunidad para enviar por él una carta de agradecido reconocimiento y de exhortaciones fraternales. II. Advertencias contra los propagandistas judaizantes, ilustradas por referencia a su actitud anterior y de entonces para con el legalismo judaico (3:1-21). III. Amonestaciones a individuos, y a la iglesia en general, agradeciéndoles el oportuno socorro; concluye con bendiciones y salutaciones.

Esta Epístola fué escrita desde Roma durante el encarcelamiento, cuyo comienzo se describe en Hechos 26:16, Hechos 26:20, Hechos 26:30. La referencia a "la casa de César" (Hechos 4:22), y al "palacio" (Hechos 1:13, griego praitórion, probablemente el cuartel de la guardia pretoriana, anexo al palacio de Nerón) lo confirma. Debió haber sido durante su primer encarcelamiento en Roma porque la mención del pretorio concuerda con el hecho de que fué entonces cuando estuvo en custodia del prefecto pretoriano, y su situación, descrita Efesios 1:12, concuerda con su situación en los primeros dos años de su encarcelamiento (Hechos 28:30). Las siguientes consideraciones demuestran, también, que fué escrita hacia fines de aquel encarcelamiento: (1) En ella expresa su expectación de la inmediata determinación de su causa (Hechos 2:23). (2) Bastante tiempo había transcurrido para que los filipenses se enterasen de su encarcelamiento, le enviasen a Epafrodito y recibiesen noticia de su llegada y de su enfermedad, y volviesen a enviar a Roma expresión de su preocupación (Hechos 2:26). (3) Debe haber sido escrita después de las otras tres enviadas desde Roma (a saber, Efesios, Colosenses y Filemón), porque Lucas ya no está con él (Hechos 2:20), pues de otro modo hubiera sido nombrado en las salutaciones, como se le menciona como colaborador en Colosenses 4:14; Filemón 1:24. Otra vez, en Efesios 6:19, su libertad de predicar es implícita; pero Efesios 1:13 recalca sus prisiones e insinúa que no él, sino otros predicaban y hacían notorio su encarcelamiento. De nuevo en Filemón 1:22, anticipa confiadamente su liberación, lo que contrasta con anticipaciones más pesimistas de esta Epístola. (4) Un lapso considerable había transcurrido desde el principio de su encarcelamiento, porque sus "prisiones habían sido célebres", muy divulgadas, y habían resultado en gran provecho del evangelio (1:13). (5) Se infiere que se había aumentado el rigor de su encarcelamiento, en comparación con los primeros tiempos descritos en Hechos 28; cf. 1:29, 30; 2:27. La historia nos da una clave probable que explica la causa de este aumento del rigor. En el segundo año de este encarcelamiento (año 62), Burro, prefecto pretoriano, a cuya custodia fué entregado Pablo (Hechos 28:16), murió; y Nerón, el emperador, habiéndose divorciado de Octavia y casádose con Popea, prosélita judía (la que luego hizo matar a su rival Octavia y profanó la cabeza de su víctima), ascendió a Tigelino, el principal promotor del casamiento y un monstruo de maldad, a la prefectura pretoriana. Parece que fué entonces que Pablo fué mudado de su casa hasta el pretorio o cuartel de la guardia pretoriana, apegado al palacio, para vigilancia más severa; y por tanto escribe con menos optimismo tocante al resultado de su juicio (Hechos 2:17; Hechos 3:11). Algunos de la guardia, que le habían custodiado antes, naturalmente darían a conocer sus "prisiones", de conformidad con el 1:13. Desde este cuerpo pequeño, la guardia del palacio, el rumor se extendería al campamento general y permanente de la pretoriana, que Tiberio había establecido al norte de la ciudad, fuera de los muros. Había llegado a Roma en febrero del año 61 d. de C.; los "dos años enteros en su propia casa de alquiler" terminaron en febrero del 63, de modo que la fecha de esta Epístola, escrita un poco después, evidentemente mientras el peligro era inminente, sería como de la primavera o del verano del mismo año 63. La providencia de Dios desvió el peligro. Probablemente se creía que era un caso indigno de la atención de Tigelino, que gustaba más bien ocuparse de las intrigas de la corte. La muerte del favorito de Nerón, Palas, hermano de Félix, ocurrido este mismo año, también hizo a un lado otra fuente de peligro.

El ESTILO es abrupto y desconectado, llevándole su fervor de afecto a pasar rápidamente de un tema a otro (2:18, 19-24. 25-30; 3:1, 2, 3, 4-14, 15). En ninguna otra Epístola emplea expresiones de amor tan calurosas. En el 4:1 parece que está confuso por falta de palabras que expresen el alcance y el ardor de su afecto por los filipenses: "Hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor". La mención de obispos y diáconos en el 1:1 se debe a la fecha tardía de la Epístola, cuando la iglesia ya hubo empezado a asumir aquel orden propuesto en las Epístolas Pastorales y que siguió siendo el orden prevaleciente en los primeros y más puros tiempos del cristianismo.

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