Salmo 8:1-9

1 Al músico principal. Sobre Guititc. Salmo de David. Oh SEÑOR, Dios nuestro, ¡cuán grande es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos.

2 De la boca de los pequeños y de los que todavía maman has establecido la alabanza frente a tus adversarios para hacer callar al enemigo y al vengativo.

3 Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has formado,

4 digo: “¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes; y el hijo de hombre, para que lo visites?”.

5 Lo has hecho un poco menor que los ángeles, y lo has coronado de gloria y de esplendor.

6 Le has hecho señorear sobre las obras de tus manos; todo lo has puesto debajo de sus pies:

7 ovejas y vacas, todo ello, y también los animales del campo,

8 las aves de los cielos y los peces del mar: todo cuanto pasa por los senderos del mar.

9 Oh SEÑOR, Dios nuestro, ¡cuán grande es tu nombre en toda la tierra!

Salmo 8

Sobre (o según él) Gittith—probablemente significa que se dirigía la ejecución musical según una tonada de este nombre, que, derivado de Gath, lagar, denota una música de carácter alegre, para la fiesta vendimia. Todos aquellos salmos que llevan antepuesto este término, son de tal carácter. El salmista da libre expresión a su admiración por las manifiestas perfecciones de Dios, celebrando su providencia condescendiente y providente a favor del hombre, evidenciada por la posición de la raza, en la creación original, dándole el dominio sobre las obras de sus manos.

1. tu nombre—tus perfecciones 5:11; 7:17). que has puesto—lit., acaso “la cual gloria has puesto” para hacerla más conspicua, como si la tierra fuese teatro demasiado pequeño para su exhibición.

2. Tan manifiestas son las prefecciones de Dios que por medio de instrumentos muy débiles él expone plenamente su alabanza. Los párvulos no son sólo una evidencia maravillosa del poder y arte de Dios, en su constitución física, sus instintos, y su temprano desarrollo intelectual, sino también en su admiración espontánea de las obras de Dios, por lo que avergüenzan. hacer cesar—o callan a los que injurian y litigan contra Dios. Ejemplo especial de esta texto se nos da en Mateo 21:16, cuando nuestro Salvador hizo callar a sus contrarios citando estas mismas palabras; pues las glorias de que Dios invistió a su Hijo encarnado, aun en su humillación, constituyen una manifestación maravillosa de las perfecciones de su sabiduría, amor y poder. En vista del alcance del Salmo 8:4 (véase abajo), esta cita del Señor puede tenerse por una exposición del carácter profético de las palabras. los que maman—entre los hebreos eran probablemente de edad suficiente para poder hablar (cf. 1 Samuel 1:22; Marco 7:27). fundaste—o perfeccionaste, palabra que ocurre en Mateo 21:16, y según la versión de los Setenta tiene el mismo sentido. fortaleza—en la cita en el N. T., ocurre alabanza, la consecuencia o efecto en lugar de la causa (cf. el Salmo 118:14). al que se venga—como en el Salmo 44:16; el deseoso de vengarse, dispuesto a reñir, y así apto para conspirar contra el gobierno de Dios.

3, 4. Esta alusión a la magnificencia de los visibles cielos, se presenta para expresar la condescendencia de Dios, quien, no obstante ser el poderoso Creador de estos gloriosos mundos de luz, hace del hombre objeto de su consideración y recibido de favores. hombrelit., el débil hombre, alusión a su flaqueza esencial. hijo del hombre—sólo varía la forma del discurso. visites—con favor (Salmo 65:10). Sigue la ilustración de este favor.

5-8. Dios ha hecho al hombre un poco menos que los ángeles en dignidad, y le coronó con el imperio del mundo. gloria y lustre—son atributos de la dignidad real (Salmo 21:5; Salmo 45:3). La posición asignada al hombre es la descripta (Génesis 1:26) como perteneciente a Adán, en su condición original, correspondiendo los términos usados para detallar los objetos dominados por el hombre, a los allá empleados. En un sentido modificado, en su actual estado de caído, el hombre todavía tiene algún residuo de este dominio original. Es muy evidente, sin embargo, por las exposiciones inspiradas del apóstol (Hebreos 2:6; 1 Corintios 15:27) que el lenguaje aquí empleado halla su cumplimiento sólo en la glorificación final de la naturaleza humana de Cristo. No hay límite a “todas las cosas”, exceptuándose solamente a Dios, quien “sujeta todas las cosas.” El hombre, en la persona y destino glorioso de Jesús de Nazaret, el segundo Adán, la cabeza y representativo de la raza, será restaurado, no sólo a su posición original, sino exaltado muy por encima de ella. “El último enemigo, la muerte, por temor al cual el hombre, en su condición actual, está “por toda la vida en servidumbre,” “será destruído.” Entonces todas las cosas quedarán puestas debajo de sus pies, “principados y poderes quedarán sujetos a él”. Esta interpretación, lejos de ser inaplicable a este pasaje, es más consecuente que toda otra; porque no se puede concebir que al hombre se le imparta mayor honra que la de ser así exaltado en la persona y destino de Jesús de Nazaret. Al mismo tiempo, en ninguna otra de sus gloriosas manifestaciones ha declarado Dios más notablemente aquellos atributos que distinguen su nombre que en el plan de la redención, del que la actual economía forma rasgo tan importante y esencial. El lenguaje, que describe la relación actual del hombre con las obras de la mano de Dios, en su valor genérico, puede considerarse como típico, permitiéndose así no sólo la aplicación usual, sino también este sentido superior que le han dado los escritores del N. T.

9. Con propiedad, el salmista termina esta breve pero sublime canción de alabanza con los términos de admíración con que la abrió.

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