LIBRO DE ZACARIAS

INTRODUCCION

El nombre Zacarías significa uno a quien Jehová recuerda: un hombre común. En el Antiguo Testamento se mencionan otros cuatro hombres del mismo nombre. Como Jeremías, y Ezequiel, él fué sacerdote tanto como profeta, lo cual lo hace idóneo para el carácter sacerdotal de algunas de sus profecías (6:13). Se llama "hijo de Berequías hijo de Ido" (1:1), y simplemente "hijo de Ido," (Esdras 5:1; Esdras 6:14). Es probable que su padre muriera cuando él era aún joven, y que por tanto, como ocurre a veces en la genealogía judaica, se le llama "el hijo de Ido," su abuelo. Este era uno de los sacerdotes que volvieron a Zorobabel y Josué desde Babilonia (Nehemías 12:4).

Zacarías entró tempranamente en sus funciones proféticas (Nehemías 2:4), solamente dos meses más tarde que Hageo, en el segundo año del reinado de Darío, año 520 a. de J. C. El propósito de ambos profetas fué para alentar al pueblo y a sus jefes civiles y religiosos, Josué y Zorobabel, en la obra de reedificación del templo, después de la interrupción causada por los samaritanos (véase la Introducción de Hageo). Esto lo hace Zacarías especialmente desenvolviendo en detalle el futuro glorioso, en conexión con la presente apariencia deprimida de la teocracia, y de su símbolo visible, el templo. El debe haber sido muy joven al dejar a Babilonia, donde nació. El Zacarías, hijo de Berequías, mencionado por nuestro Señor (Mateo 23:35) como muerto entre el templo y el altar, debe haber sido aquel llamado el hijo de Joiada en 2 Crónicas 24:21, que así pereció; la misma persona a menudo tenía dos nombres; y nuestro Señor, al referirse a la Biblia Hebrea, de la cual 2 Crónicas es el último libro, naturalmente mencionaría al último mártir en el orden hebreo del canon, así como había mencionado a Abel como el primero. Por cuanto Mateo 27:9 cita Malaquías 11:12 como palabras de Jeremías, Mede duda de la autenticidad de los capítulos 9 AL 14, y los atribuye a Jeremías: piensa que estos capítulos no fueron hallados sino después del retorno de la cautividad, y siendo aprobados por Zacarías, fueron añadidos a sus profecías, así como los proverbios de Agur fueron agregados a los de Salomón. Todas las antiguas autoridades, menos dos MSS, de la antigua Versión Italiana o Prevulgata, dicen "Jeremías" en Mateo 27:9. Esta cita no es copia literal de Zacarías: puede ser que Jeremias 18:1; Jeremias 32:6, estuviesen en la mente de Mateo, y quizás en la mente de Zacarías, razón por la cual Mateo se refiere a Jeremías. Hengstenberg similarmente piensa que Mateo nombra a Jeremías más bien que a Zacarías, para llamar la atención al hecho de que la profecía de Zacarías no es sino una reiteración del terrible oráculo de Jeremias 18 y 19, a ser cumplido en la destrucción de la nación judía. Jeremías, por la figura del vaso del alfarero, ya habia descrito la ruina de ellos en la invasión de Nabucodonosor; y Zacarías repite virtualmente esta amenaza, como que será otra vez infligida bajo el Mesías por el rechazo nacional de él, San Mateo, virtualmente, con mencionar a Jeremías, da a entender que "el campo de sangre," comprado ahora por "la recompensa de la iniquidad" en el valle de Hinom, fué desde hacía mucho tiempo, un lugar de sentencia profética en el cual un terrible desastre había sido simbólicamente predicho; que la presente compra de ese campo con el precio de la traición, renovó la profecía y revivió la maldición—maldición pronunciada ya de antiguo por Jeremías, y una vez cumplida en el sitio a Babilonia—maldición reiterada por Zacarías, y otra vez a ser verificada en la desolación romana. Lightfoot (refiriéndose a B. Bathra y a Kimchi), menos probablemente, cree que la tercera división de la Escritura, los profetas, empieza con Jeremías, y que todo el cuerpo de los profetas se cita de este modo por el nombre de "Jeremías." La mención de "Efraín" e "Israel" en estos capítulos como distintos de Judá, no prueba que la profecía fuese escrita mientras las diez tribus existían como reino separado. Enseña más bien que en lo futuro no sólo Judá, sino también las diez tribus, serían restauradas, señal de lo cual fué dada en los números de personas de las diez tribus que volvieron con sus hermanos los judíos, de la cautividad, bajo Ciro. No hay nada en estos caracteres que insinúe que un rey reinara en Judá en aquel tiempo. El editor del canon hebreo unió estos capitulos a Zacarías, y no a Jeremías: hecho confirmado por la Versión de los Setenta 300 años a. de J. C.

La profecía consiste en cuatro partes: (I) Introductoria,Jeremias 1:1; (II) Simbólica,Jeremias 1:7 Apocalipsis 6:15, que tiene nueve visiones; todas estas fueron concedidas en una noche, y son de un carácter simbólico. (III) Didáctica 7:1 al 8:23, una respuesta a la pregunta de los betelitas concerniente a cierta fiesta. (IV) Profética, 9:1; al 14:21. Estos últimos seis capítulos predicen la expedición de Alejandro a lo largo de la costa oeste de Palestina hasta Egipto; la protección de Dios a los judíos, tanto en aquel tiempo como bajo los Macabeos; el advenimiento, sufrimientos y reinado del Mesías; la destrucción de Jerusalén por Roma, y la disolución de la política judía; la conversión y la restauración de los judíos; la derrota de la impía confederación que los asaltó en Canaán; y la unión de los gentiles en el culto santo de ellos. (Henderson.) La diferencia del estilo entre los primeros y los últimos capítulos es debida a la diferencia de tema; los seis primeros capítulos son de un carácter simbólico y peculiar, mientras que el estilo poético de los capítulos finales se adapta admirablemente a los temas tratados. Los títulos (9:1; 12:1) concuerdan con los asuntos proféticos que siguen; no es necesario para la unidad de la paternidad literaria que las formulas introductorias que ocurren en los primeros ocho capítulos apareciesen también en los seis últimos. La no referencia en los seis últimos capítulos a la terminación del templo, y de la restauración de los judíos después de la cautividad, es justamente lo que debiéramos esperar, si, como parece probable, estos capítulos fueron escritos mucho después de la terminación del templo y de la constitución política de los judíos, después de la cautividad, en circunstancias diferentes de aquellas que preocupaban al profeta cuando escrìbió los capítulos anteriores.

El estilo varía con el tema: unas veces es del tipo de conversación, otras del tipo poético. Sus símbolos son enigmáticos, y por eso están acompañados de explicaciones. Su prosa es semejante a la de Ezequiel, difusa, uniforme, y reiterativa. El ritmo es algo desigual, y los paralelismos no son del todo simétricos. No obstante, se encuentra a menudo mucho de la elevación que se halla en los profetas anteriores, y una congruencia general entre el estilo y los temas. La vivacidad gráfica es su mérito peculiar. Ocasionalmente aparecen caldeísmos. Otra característica especial de Zacarías es la introducción de seres espirituales en sus escenas proféticas.

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