Hageo 2:1-23

1 En el día veintiuno del mes séptimo, vino la palabra del SEÑOR por medio del profeta Hageo, diciendo:

2 “Habla, pues, a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá; a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y al resto del pueblo, diciendo:

3 ‘¿Quién de los que han quedado entre ustedes vio este templo en su primera gloria? ¿Y cómo lo ven ahora? ¿No es este como nada delante de sus ojos?

4 Ahora pues, esfuérzate, oh Zorobabel, dice el SEÑOR; esfuérzate también tú, oh Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote. Esfuércese todo el pueblo de la tierra, dice el SEÑOR, y actúen; porque yo estoy con ustedes, dice el SEÑOR de los Ejércitos.

5 Según el pacto que hice con ustedes cuando salieron de Egipto, mi Espíritu estará en medio de ustedes. No teman,

6 porque así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos: Dentro de poco yo estremeceré los cielos y la tierra, el mar y la parte seca.

7 Estremeceré todas las naciones, y vendrán los tesoros deseados de las naciones. Y llenaré este templo de gloria, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos.

8 Mía es la plata y mío es el oro, dice el SEÑOR de los Ejércitos.

9 La gloria de este último templo será mayor que la del primero, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos. Y daré la paz en este lugar’”, dice el SEÑOR de los Ejércitos.

10 En el día veinticuatro del mes noveno del segundo año de Darío, vino la palabra del SEÑOR por medio del profeta Hageo, diciendo:

11 “Así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos: ‘Pregunta, pues, a los sacerdotes acerca de la ley, diciendo:

12 Si alguien lleva carne sagrada en el extremo de su vestidura y con el extremo de la misma toca pan, guiso, vino, aceite o cualquier otra comida, ¿llegarán estas cosas a ser sagradas?’ ”. Los sacerdotes respondieron diciendo: — No.

13 Hageo dijo: — Si alguna persona impura a causa de contacto con un cadáver toca alguna de estas cosas, ¿llegará esta a ser impura? Le respondieron: — Sí, será impura.

14 Y Hageo respondió: — “Lo mismo sucede delante de mí con este pueblo y con esta nación”, dice el SEÑOR, “de manera que toda la obra de sus manos y todo lo que ofrecen aquí es impuro.

15 Ahora pues, reflexionen desde este día en adelante, antes de poner piedra sobre piedra en el templo del SEÑOR:

16 ¿Qué les pasa? Vienen a un montón de veinte medidas y hay solo diez; y vienen al lagar para sacar cincuenta medidas y hay solo veinte.

17 Los he golpeado en toda la obra de su manos con tizón, hongos y granizo, pero no se han vuelto a mí, dice el SEÑOR.

18 Reflexionen desde este día en adelante, desde el día veinticuatro del mes noveno, el día en que son puestos los cimientos del templo del SEÑOR. Reflexionen:

19 ¿Todavía hay semilla en el granero? Si bien ni la vid ni la higuera ni el granado ni el árbol de olivo han producido todavía, desde este día les daré bendición”.

20 En el día veinticuatro del mismo mes, vino por segunda vez la palabra del SEÑOR a Hageo, diciendo:

21 “Habla a Zorobabel, gobernador de Judá, diciendo: ‘Yo estremeceré los cielos y la tierra.

22 Trastornaré el trono de los reinos y destruiré la fuerza del reino de las naciones. Trastornaré el carro y a los que suben en él. Caerán los caballos y los que montan en ellos, cada cual por la espada de su hermano.

23 En aquel día, dice el SEÑOR de los Ejércitos, te tomaré a ti, oh Zorobabel hijo de Salatiel, siervo mío, y te pondré como anillo de sellar porque yo te he escogido’”, dice el SEÑOR de los Ejércitos.

CAPITULO 2

1-9. LA SEGUNDA PROFECIA. Al pueblo, desalentado por la inferioridad de este templo con relación al de Salomón, se le anima a pesar de esto a perseverar, porque Dios está con ellos, y esta casa por su conexión con el reino del Mesías tendrá una gloria superior a la de oro y plata.

1. el mes séptimo—el año hebreo; el segundo año del reinado de Darío (1:1) un poco menos de un mes después que hubieron empezado la obra (1:15). Esta profecía fué dada muy poco antes que la de Zacarías.

3. ¿Quién ha quedado … que haya visto … su primera gloria—Muchos ancianos presentes al acto de echar los cimientos del segundo templo que habían visto el primero (Esdras 3:12) en toda su gloria, lloraron por el contraste presentado por la tosca y poco prometedora apariencia del segundo en sus comienzos. Desde la destrucción del primer templo hasta el segundo año de Darío Histaspes, fecha de la profecía de Hageo, hubo un espacio de setenta años (Malaquías 1:12); y hasta el primer año de Ciro, o sea, el fin de la cautividad, cincuenta y dos años; de modo que los ancianos podían fácilmente recordar el primer templo. Los judíos notan cinco puntos de inferioridad: la ausencia en el segundo templo de (1) el fuego sagrado; (2) el Shekinah; (3) el arca y los querubines; (4) el Urim y Tumim; (5) el espíritu de profecía. La conexión del segundo templo con el Mesías compensa en mucho más todos estos puntos mencionados; porque él es el antitipo de los cinco (v. 9). cual ahora la véis—La estimación de Dios respecto a las cosas es muy diferente de la del hombre (Malaquías 8:6; 1 Samuel 16:7). Por muy baja que sea la estimación de ellos del presente templo (“cual lo ven”) por su inferioridad exterior, Dios lo juzga superior (Malaquías 4:10; 1 Corintios 1:27).

4. esfuérzate … porque yo soy con vosotros—La mayor fuerza es tener a Jehová con nosotros por nuestra fuerza. No en el poder del hombre, sino en el del Espíritu de Dios (Malaquías 4:6).

5. Según el pacto que concertéLit., “(Yo soy con vosotros) la palabra que pacté;” eso es, Yo soy con vosotros como lo pacté con vosotros cuando salisteis de Egipto (Éxodo 19:5; Éxodo 34:10). El pacto de la promesa de Dios al pueblo elegido en Sinaí es un motivo adicional para que ellos perseveren. El término hebreo por “pactar,” es lit., cortar, que alude a las víctimas de los sacrificios partidas en la ratificación de un pacto. así—o bien, “y” en consecuencia. mi espíritu estará en medio de vosotros—para fortaleceros para la obra (Éxodo 1:14; Malaquías 4:6). La inspiración de Hageo y Zacarías en este tiempo fué un ejemplo de la presencia del Espíritu de Dios que permanecía aún con su pueblo, como él había estado con Moisés e Israel antiguamente (Esdras 5:1; Isaías 63:11).

6. De aquí a poco aun [otra vez] haré yo temblar—o bien, “Hay aún un poco de tiempo.” O “Hay ya solamente un corto plazo;” lit., un poco, es decir, un solo espacio breve hasta cuando ha de comenzar una serie de movimientos, o sea, los sacudimientos de las naciones pronto a empezar, que han de terminar en el advenimiento del Mesías, “el Deseado de todas las naciones.” (Moore.) El sacudimiento de las naciones indica juicios de ira sobre los enemigos del pueblo de Dios, que precederán al reino del príncipe de paz (Isaías 13:13). Los reinos del mundo no son sino el andamiaje para el templo espiritual de Dios, que ha de ser derribado cuando haya cumplido su propósito. Lo transitorio de todo lo que es terrenal debiera conducir a los hombres a buscar la “paz” en el reino eterno del Mesías (v. 9; Hebreos 12:27). (Moore.) Los judíos en el tiempo de Hageo vacilaron respecto de ir adelante con la obra, por causa del temor al poder mundial medopersa, influídos por la astucia de los samaritanos. El profeta les asegura que éste y todos los demás imperios mundiales han de caer ante el Mesías, quien ha de estar asociado con este templo; por lo tanto no necesitan temer nada. Así Hebreos 12:26, que cita este pasaje: el apóstol compara el castigo más pesado que espera a los desobedientes bajo el Nuevo Testamento con aquel que tocaba a los tales bajo el Antiguo Testamento. Al ser establecido el pacto sinaítico, solamente la tierra fué conmovida para inaugurarlo, pero ahora cielo y tierra y todas las cosas han de ser sacudidas, eso es, juntamente con prodigios en el mundo de la naturaleza, todos los reinos que se opongan a la marcha del reino del Mesías—“el cual no puede ser conmovido”—han de ser trastornados (Daniel 2:35, Daniel 2:44; Mateo 21:44). Hebreos 12:27 : “Aun una vez más,” favorece la Versión Inglesa. San Pablo condensa juntos los dos versículos de Hageo (vv. 6, 7, y 21, 22), indicando que fué una y la misma conmoción, de la cual los primeros versículos de Hageo denotan ser el principio, los últimos, el final. El sacudimiento empezó como introducción al primer advenimiento, y será terminada con el segundo advenimiento. Concerniente al último, véase Mateo 24; Apocalipsis 16:20; Apocalipsis 18:20; Apocalipsis 20:11; tocante al primero, véase Mateo 3:17; Mateo 27:51; Mateo 28:2; Hechos 2:2; Hechos 4:31. (Bengel.) Apenas hay una profecía del Mesías en el Antiguo Testamento que, en alguna extensión por lo menos, no se refiera a su segunda venida. (Isaac Newton.) El Salmo 68:8 menciona la destilación de los cielos cerca del monte (Sinaí); pero Hageo habla de la totalidad de los cielos creados: “Esperad solamente un poco de tiempo, aun cuando el prometido evento no está manifiesto aún, porque pronto Dios cambiará las cosas para mejor: no os detengáis con estos preludios para fijar los ojos en el estado presente del templo.” (Calvino.) Dios conmovió el cielo por los relámpagos en Sinaí; la tierra, para que diera aguas; la mar, para que fuera dividida en dos. En el tiempo de Cristo, Dios conmovió el cielo, cuando habló desde allí; la tierra, cuando ésta tembló; la mar, cuando mandó a las olas y los vientos. (Grocio.) Cicerón registra el silencio de los oráculos paganos en el tiempo de Cristo; y Dio la caída de los ídolos en el Capitolio Romano.

7. haré temblar—no convertir; sino causar aquella agitación que ha de preceder la venida del Mesías como el Sanador de las agitaciones de las naciones. El sacudimiento previo causará el ardiente “deseo” por el Príncipe de paz. Moore, y otros, traducen: “la hermosura,” o “las cosas deseables (las dádivas preciadas) de todas las naciones vendrá” (Isaías 60:5, Isaías 60:11; Isaías 61:6). El presenta estas objeciones a que se refiera al Mesías la frase “El Deseado de las naciones”: (1) El hebreo quiere decir la calidad, y no la causa deseada, es decir, su calidad de deseable o su belleza. Pero, ocurre que a menudo se pone lo abstracto por lo concreto. Así “un hombre de deseos”; esto es, “un hombre deseado, o deseable”. (Daniel 9:23; Daniel 10:3, Daniel 10:11). (2) El Mesías no fué deseado por todas las naciones, sino “una raíz de tierra seca,” que “no tenía hermosura para que le deseemos” (Isaías 53:2). Pero lo implícito no es que las naciones definitivamente lo deseasen, sino que él era el único que satisfaría el ardiente deseo que todas inconscientemente sentían de un Salvador, manifestado en sus ritos penosos y sangrientos sacrificios. Además, mientras que los judíos como nación no lo desearon (pueblo a que Isaías 53:2 se refiere), los gentiles que claramente están indicados en la frase, “todas las naciones,” lo aceptaron; y así para ellos, él era peculiarmente deseable. (3) El verbo “vendrá,” es plural, lo que requiere que se entienda que el nominativo sea plural, mientras que si se refiere al Mesías, el nombre es singular. Pero cuando dos sustantivos están juntos, regido el uno por el otro, el verbo concuerda a veces en número con el último, aun cuando tiene el otro en realidad como su nominativo; es decir, en el hebreo “vendrán” se le hace concordar con “naciones,” aunque realmente concuerda con “deseado.” Además, el Mesías puede ser descrito como realizando en sí mismo, en su venida “los deseos” (nombre que expresa colectivamente el plural) de todas las naciones; por consiguiente el verbo es plural. Así en Cantares (Isaías 5:16), “y todo él codiciable” (“deseable”), en el hebreo es la misma palabra como aquí, “todos los deseos,” eso es, del todo deseable, o el objeto de los deseos. (4) El v. 8: “Mía es la plata..,” concuerda con la traducción: “las cosas escogidas de las naciones” serán presentadas. Pero el v. 8 armoniza enteramente bien con la Versión Inglesa del v. 7, como lo mostrará la nota sobre el v. 8. (5) La Versión de los Setenta y la Siríaca concuerdan con la traducción de Moore. Pero la Vulgata confirma la Versión Inglesa. Así los primitivos rabinos judíos del tiempo de Jerónimo. Platón, en Alcibíades 2, manifiesta el anhelo de los gentiles por un libertador espiritual: “Es por lo tanto necesario—dice Alcibíades sobre el tema del culto aceptable—esperar hasta que alguien nos enseñe cómo debemos conducirnos para con los dioses y los hombres.” Alcibíades responde: “¿Cuándo llegará aquel tiempo, y quién será aquel maestro? Porque yo estaría contentísimo de ver a tal hombre.” Las “buenas nuevas de gran gozo” eran “para todos los pueblos” (Lucas 2:10). Los judíos, y aquellos de las naciones contiguas por ellos instruídos, esperaban la venida de Silo, a quien se congregarían los pueblos, según la profecía de Jacob (Génesis 49:10). Los primitivos patriarcas, Job (Job 19:25; Job 33:23) y Abraham (Juan 8:56), lo deseaban. henchiré esta casa de gloria—(v. 9) Como el primer templo se llenaba de la nube de gloria, símbolo de Dios (1 Reyes 8:11; 2 Crónicas 5:14, así este segundo templo fué lleno de la “gloria” de Dios (Juan 1:14) velada en la carne (como si estuviera en la nube) en la primer venida de Cristo, cuando él entró en él y obró milagros (Mateo 21:12); pero aquella “gloria” ha de ser revelada en su segunda venida, como esta profecía en su última referencia lo predica (Malaquías 3:1). Antes de la destrucción de Jerusalén todos los judíos esperaban que el Mesías apareciera en el segundo templo. Desde aquel tiempo han inventado varias interpretaciones forzadas y falsas de tan sencillas profecías mesiánicas.

8. Mía es la plata—(Job 41:11; Salmo 50:12.) Vosotros estáis desilusionados por la ausencia de estos preciosos metales en el adorno de este templo, en comparación con el primero; si yo lo deseara, podría adornar este templo con aquellas cosas, pero yo lo adornaré con una “gloria” (vv. 7, 9) mucho más preciosa, es decir, con la presencia de mi divino Hijo, en su velada gloria primero, y en su segunda venida con su gloria revelada, acompañada con el adorno exterior de oro y plata, del cual es el tipo el revestimiento dorado por dentro y por fuera puesto por Herodes. Entonces traerán las naciones ofrendas de aquellos preciosos metales que vosotros ahora tanto echáis de menos (Isaías 2:3; Isaías 60:3, Isaías 60:6; Ezequiel 43:2, Ezequiel 43:4; Ezequiel 44:4). La Jerusalén celestial será adornada similarmente, pero no necesitará de “templo” (Apocalipsis 21:10). Véase 1 Corintios 3:12, donde el oro y la plata representan las cosas más preciadas (Malaquías 2:5). La gloria interior de la redención del Nuevo Testamento sobrepasa en mucho a la gloria exterior de la dispensación del Antiguo Testamento. Así, en el cao individual del creyente pobre, Dios, si le pluguiese, podría otorgarle oro y plata, pero él concede tesoros mucho mejores, la posesión de los cuales podría peligrar por la posesión de aquéllos (Santiago 2:5).

9. La gloria de aquesta casa postrera será mayor que la de la primera—es decir, por medio de la presencia del Mesías, en cuya faz es dada la luz del conocimiento de la gloria de Dios (2 Corintios 4:6; véase Hebreos 1:2), y quien dijo de sí mismo, “en este lugar hay uno mayor que el templo” (Mateo 12:6), y quien “se sentaba diariamente enseñando en él” (Mateo 26:55). Aunque el templo de Zorobabel fué derribado hasta los cimientos cuando Herodes reedificó el templo, éste era considerado, desde el punto de vista religioso, no como un tercer templo, sino virtualmente el segundo templo. daré paz en este lugar—es decir, en Jerusalén, la metrópoli del reino de Dios, cuyo asiento era el templo: donde el Mesías “hizo la paz por la sangre de su cruz” (Colosenses 1:20). De esta manera la “gloria” consiste en esta “paz.” Esta paz empieza quitando las dificultades del camino del aceptamiento del culpable por el justo Dios (Salmo 85:8, Salmo 85:10; Isaías 9:6; Isaías 53:5; Malaquías 6:13; 2 Corintios 5:18); luego ella crea la paz en el propio corazón del pecador (Isaías 57:19; Hechos 10:36; Romanos 5:1; Romanos 14:17; Efesios 2:13; Filipenses 4:7); luego la paz en toda la tierra (Miqueas 5:5; Lucas 2:14). Primero la paz entre Dios y el hombre, después entre el hombre y Dios, y luego entre el hombre y el hombre (Isaías 2:4; Oseas 2:18; Malaquías 9:10). Como Silo (Génesis 49:10) significa paz, este versículo confirma la noción de que el versículo 7, “el Deseado de todas las naciones,” se refiere a Silo, o sea, el Mesías, predicho en Génesis 49:10.

2:10-19. LA TERCERA PROFECIA. Los sacrificios sin obediencia (respecto del mandato de Dios de edificar el templo) no podían santificar. Ahora que ellos son obedientes, Dios los bendecirá, aunque no se vea aún señal alguna de fertilidad.

10. A veinticuatro del noveno mes—tres días más de dos meses desde la segunda profecía (v. 1); en el mes de Chisleu, el mes que corresponde poco más o menos a nuestro diciembre. Los judíos parecen haber hecho considerable progreso en la obra en el intervalo (vv. 15-18).

11. Pregunta ahora a los sacerdotes—Propónles tú esta cuestión sobre la ley. Los sacerdotes eran los expositores autorizados de la ley (Levítico 10:11; Deuteronomio 33:10; Ezequiel 44:23; Malaquías 2:7).

12. “Carnes sagradas” (la carne de un sacrificio, Jeremias 11:15), a la verdad, hace santa la “falda” en la que se lleva; pero esa falda no puede impartir su santidad a cosa alguna fuera de sí, como al “pan,” etc. (Levítico 6:27). Esto se cita para ilustrar el principio de que un sacrificio, santo, por cuanto envuelve cosas divinas (lo mismo que la “falda” es “santa” cuando envuelve la “carne sagrada”), no puede por su eficacia inherente u opus operatum hacer santa a una persona cuya desobediencia—como la de los judíos al descuidar la casa de Dios—la hace profana o impía.

13. Por otra parte, una persona “inmunda” según la ley imparte su impureza a cualquier cosa, mientras que una cosa santa segun la ley, no puede conferir su santidad a una persona “inmunda” (Números 19:11, Números 19:13, Números 19:22). La santidad según la ley no se comunica tan pronto como la impureza legal. Así que las sendas hacia el pecado son múltiples; la senda para la santidad es una, y es camino de dificultoso acceso. (Grocio.) Una gota de sucidad contaminará un vaso de agua; pero muchas gotas de agua clara no purificarán la inmundicia a un vaso de agua. (Moore.)

14. Y respondió Hageo—más bien, “Entonces Hageo respondió (en réplica a la respuesta de los sacerdotes) y dijo.” (Maurer.) Así es este pueblo—Hasta aquí, no está en tal estado mental de obediencia, como para merecer ser llamado “mi pueblo” (Tito 1:15). Aquí aplica Hageo los dos casos que acaba de expresar. Por el primer caso, “este pueblo” no es hecho “santo” por lo que ofrecen “aquí” (es decir, sobre el altar levantado al aire libre, bajo Ciro, Esdras 3:3); aunque el sacrificio ritual por lo general puede santificar exteriormente tanto cuanto alcance (Hebreos 9:13), como la “carne sagrada” que santificaba a la “falda”, no puede hacer aceptables a Dios a los ofrendantes sus personas y todas sus obras, porque les falta el espíritu de obediencia (1 Samuel 15:22) mientras tanto descuidaban la edificación de la casa del Señor. Por el contrario, en el segundo caso ellos hacían “impuras” sus mismas ofrendas por hallarse impuros por causa de las “obras de muerte” (la desobediencia), lo mismo que la persona impura por el contacto con un cuerpo muerto impartía su impureza a cuanto tocara (véase Hebreos 9:14). Todo esto se les aplica por lo que ellos habían sido, no por lo que son ahora, ya que habían empezado a obedecer; el propósito es para preservarlos de que no apostataran de nuevo. El “aquí” señala el altar, que probablemente estaba a la vista del auditorio del profeta.

15. poned vuestro corazón—Ponderad vuestras experiencias “desde aquí” en adelante (“para arriba,” Versión Inglesa): más bien, “desde entonces hasta aquí”, comparando cuantos males os sobrevinieron antes que emprendierais esta obra, con el tiempo presente cuando la comenzasteis nuevamente, y cuando en consecuencia ahora yo os prometo “bendeciros.” Así podréis percibir los males de la desobediencia y las bendiciones de la obediencia.

16. Antes que fuesen estas cosas—o bien, “estos días:” aquellos días de vuestro descuido de la obra del templo. venían al montón de veinte hanegas—eso es, al montón de trigo del cual se esperarían veinte medidas de grano, y no hubo más que diez. cincuenta cántaros del lagar—Así traduce Maurer “purahs, ” o medidas de vino (que no está en el original). La Versión de los Setenta traduce “medidas,” y la Vulgata, “frascos.” (La Versión Inglesa entiende prensa de oliva, en lugar de lagar. Traductor).

17. Apropiado de Amós 4:9, cuya canonicidad está de este modo sellada por la inspirada autoridad de Hageo; en la última cláusula, “convertisteis” tiene que ser suplida; su omisión se marca por la brusquedad elíptica (“con todo, vosotros no a mí”), el desagrado de Dios, Véase Éxodo 32:26; “(Júntese) conmigo,” donde Moisés en su excitación omite las palabras parentéticas. “Viento solano” (“marchitamiento:” Versión Inglesa, el efecto por la causa. Trad.) es el resultado de la excesiva sequía; “el tizoncillo,” de la excesiva humedad.

18. Resumido del v. 15, después de los vv. 16, 17, para que la bendición del v. 19 aparezca en el más marcado contraste con la maldición de los vv. 16, 17. La aflicción endurecerá al corazón, si no se relaciona con Dios como autor de ella. (Moore.) desde el día que se echó el cimiento al templo—El primer cimiento bajo tierra, hacía mucho fué echado, en el segundo año de Ciro, 535 a. de J. C. (Esdras 3:10); el cimiento echado ahora, fué el secundario, el que de tierra para arriba se asentó sobre el trabajo previo. (Tirinus.) O bien, tradúzcase: “Desde este día cuando se empieza el templo,” es decir, sobre los cimientos hace tiempo echados. (Grocio.) Maurer traduce: “Considerad … desde el día veinticuatro del mes noveno (el tiempo que ha transcurrido), desde el día que se echó el cimiento …” El hebreo apoya la Versión Inglesa.

19. ¿Aun no está la simiente en el granero?—expresión que denota que no lo está. Ha sido sembrada ya en este mes, y no hay más señales ahora de que lleve una buena cosecha, ni mucho menos de que sea felizmente guardada en los alfolíes, que las que hubo en la estación pasada, cuando hubo tamaño fracaso; con todo, yo os prometo desde este día (haciendo hincapié por la repetición en la conexión de la bendición con el día de la obediencia de ellos) la bendición de una cosecha abundante. Así también la vid, etc., la cual hasta ahora ha producido poco o nada, será bendecida con fecundidad. De este modo sepondrá en evidencia que la bendición es debida a mí, y no a la naturaleza. Podemos creer en la promesa que Dios nos ha dado de bendecirnos, aun cuando no veamos señales visibles de su cumplimiento (Habacuc 2:3).

2:20-23. LA CUARTA PROFECIA. La promesa de Dios por medio de Zorobabel a Israel, de seguridad en las conmociones que vienen.

20. del mismo mes—el noveno mes, en el segundo año de Darío. La misma fecha de la tercer profecía (v. 10).

21. a Zorobabel—Tal vez Zorobabel había preguntado respecto de las convulsiones predichas (vv. 6, 7). Esta es la respuesta: Los judíos habían sido inducidos a temer que estas convulsiones destruirían su existencia nacional. A Zorobabel, por lo tanto, se dirige como jefe civil y representante de ellos, y no a Josué, su jefe religioso. El Mesías es el Zorobabel antitípico, su Representante y Rey nacional, con quien Dios el Padre hace el pacto, en el cual a ellos, como identificados con él, se les asegura la protección del amor electivo de Dios (véase el v. 23: “ponerte he como anillo de sellar:” “Yo te escogí”). Yo haré temblar los cielos—(Nota, vv. 6, 7.) Las violentas convulsiones políticas acompañadas con prodigios físicos (Mateo 24:7, Mateo 24:29).

22. Los demás reinos mundiales han de ser derribados para dar lugar al reino universal de Cristo (Daniel 2:44). Los carros de guerra darán lugar a su reino de paz (Miqueas 5:10; Malaquías 9:10).

23. te tomaré—bajo mi protección, y para promoverte a honor a ti y a tu pueblo (Salmo 78:70). anillo de sellar—(Cantares de los Cantares 8:6; Jeremias 22:24), el símbolo legal del dueño; generalmente hecho de piedras preciosas y oro, etc., y muy avaluado. Llevado en el dedo, era objeto de constante estimación. En todos estos respectos, Dios considera al pueblo teocrático, y a su representante, Zorobabel el tipo, y al Mesías su descendiente, el antitipo. La seguridad y protección de Israel hasta el fin están garantizadas en el Mesías, en quien Dios los ha escogido como propiedad suya (Isaías 42:1; Isaías 43:10; Isaías 44:1; Isaías 49:3). Así el Israel espiritual está sellado en la cabeza del pacto por el Espíritu (2 Corintios 1:20, 2 Corintios 1:22; Efesios 1:4, Efesios 1:13). Todo esto se atribuye, no a los méritos de Zorobabel, sino a la elección de gracia de Dios. Cristo es el “sello” en la mano de Dios: siempre en la presencia del Padre, siempre agradable a los ojos de él. El sello de un monarca oriental era el signo de su autoridad delegada; así Cristo (Mateo 28:18; Juan 5:22).

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