Mano. Josué había cometido esta maldición por escrito. (Haydock) --- Hiel, un idólatra, no le hizo caso, y Ajab no tuvo celo por intentar estorbarlo. Pero la divina Providencia castigó su audacia. (Calmet) --- Todos sus hijos perecieron, mientras la ciudad se reconstruía. (Worthington) --- Ver Josue vi. 26. (Calmet)

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