Adelante, hazlo. No se trataba de una orden, sino de un permiso; porque Dios nunca ordena la mentira, aunque a menudo permite que el espíritu de mentira engañe a los que no aman la verdad, 2 Tesalonicenses ii. 10. Y en este sentido se dice en el siguiente versículo, el Señor ha dado espíritu de mentira en la boca de todos tus profetas. (Challoner) --- Lo que se traduce en imperativo, denota frecuentemente lo que sucederá, aunque sea desagradable para Dios.

(Calmet) --- Él lo permite, por lo tanto, solo al no ejercer su poder para evitar la ejecución. (Haydock) --- Los demonios no pueden hacer nada sin ese permiso. Ajab merecía ser engañado por los falsos profetas, ya que no escucharía a uno verdadero. (San Agustín, contra Jul. V. 4. y q. 53. inter. 83.)

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