Oraciones, por fervor; no por vana superstición y ostentación, como hicieron los fariseos y paganos, Mateo xxiii. 14. Cristo no condena muchas o largas oraciones, ya que oraba noches enteras por nuestra instrucción, Lucas xxi. 43. y vi. 12., y 1 Tesalonicenses v. 17. --- Boca. Lo intentó, pero no pudo escuchar lo que ella decía. (Calmet)

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