Y sucedió que, mientras ella seguía orando ante el Señor, Elí le marcó la boca.

Elí le marcó la boca. La sospecha del anciano sacerdote parece indicar que el vicio de la intemperancia no era infrecuente ni se limitaba a un solo sexo en aquellos tiempos de desorden. Esta impresión errónea se disipó de inmediato; y a las palabras "Dios conceda", o más bien "concederá", siguió una invocación que, al considerarla  Ana a la luz de una profecía que apuntaba al cumplimiento de su ferviente deseo, disipó su tristeza y la llenó de confiada esperanza. El carácter y los servicios del niño esperado eran lo suficientemente importantes como para que su nacimiento fuera un tema adecuado para la profecía.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad