Y ella hizo un voto, y dijo: Oh Jehová de los ejércitos, si en verdad miras la aflicción de tu sierva, y te acuerdas de mí, y no te olvidas de tu sierva, sino que le das a tu sierva un hijo varón, yo se lo daré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.

Y... hizo un voto. He aquí una muestra del intenso deseo que reinaba en el seno de las mujeres hebreas por tener hijos. Esta fue la carga de la oración de Ana; y la fuerte preferencia que expresó por un hijo varón se originó en su propósito de dedicarlo al servicio del tabernáculo. La circunstancia de su nacimiento lo ató a esto; pero su residencia dentro del recinto del santuario tendría que comenzar a una edad más temprana de lo habitual, en consecuencia del voto nazareo.

Las mujeres estériles en Oriente hasta el día de hoy realizan peregrinaciones a lugares sagrados y, a menudo, hacen un voto de que, en caso de que sean bendecidas con un hijo, se convertirá en monje (ver Joseph Wolff, 'Researches and Missionary Labours', pág. 492).

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