Usted. En todo este discurso, Moisés atribuye la fertilidad de la tierra prometida a la bendición de Dios y, de hecho, parece estar naturalmente lejos de ser tan exuberante como para poder alimentar a tantos habitantes. Los viajeros nos informan que una gran parte es incapaz de cultivarse. Pero ya no es el objeto de la complacencia de Dios, ver. 12. Está bajo maldición, cap. xxviii. 23. (Calmet)

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