CAPITULO XXVIII.

Lejos. Ninguna amenaza podría ser más terrible para los judíos. No rechazaron el entierro de los que habían sido colgados en la horca, cap. xxi. 23. Incluso el sumo sacerdote, si encontraba un cadáver en el campo, estaba obligado a enterrarlo; aunque en otras ocasiones no se le permitió asistir al funeral de sus parientes. Dios amenaza al rey impío (Calmet) Joaquín, que será enterrado con el entierro de un asno, Jeremías xxii.

19. (Haydock) --- Los cristianos antiguos permitían que se vendieran los vasos sagrados para enterrar a los muertos. "Porque no permitiremos que la figura y la obra de Dios sean expuestas como presa de las fieras y las aves". (Lactancio 6.)

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