Esta maldición. Rebecca tenía demasiada confianza en las promesas de Dios como para pensar que él permitiría que fueran ineficaces. Por eso, Onkelos le hace decir: "He aprendido por revelación que no recibirás maldición, sino sólo bendiciones". La secuela mostró que Dios la dirigió en este delicado negocio. (Teodoreto, q. 78.) (Calmet)

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