Casa. Les habló a través de una ventana. Los mensajeros no entraron en su casa; de donde Serarius infiere, que Rahab era una persona consagrada a alguna deidad impura, y por lo tanto tenida en cierta estima entre la gente de Jericó, ya que esta era una ciudad de la luna, en cuyo honor se realizaban generalmente tales consagraciones. Pero estos argumentos no son muy convincentes. (Calmet)

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