Todo lo que tiene el Padre es mío. El sentido obvio de estas palabras muestra que el Hijo tiene la misma naturaleza y la misma sustancia con el Padre, y que es uno, y el mismo Dios con él. Y con la adición de Cristo: por tanto, él (el Espíritu Santo) recibirá de los míos, se nos enseña, que la tercera persona procede tanto del Padre como del Hijo, y que él recibe, y tiene las mismas perfecciones. (Witham)

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