No se trata de una confesión voluntaria, que merece una recompensa, sino de un reconocimiento forzado, extorsionado contra su voluntad. Como sirvientes fugitivos que, cuando se encuentran con sus amos, no piensan más que en un castigo despreciativo. Los demonios creen que nuestro Señor ha bajado a la tierra para juzgarlos. (San Jerónimo) --- El tormento del que este diablo desea ser liberado, es el dolor y la aflicción que sufriría al verse obligado a ceder al poder de Cristo, al dejar al hombre; no el tormento general del infierno, al que sabía que estaba condenado de forma incambiable e irrevocable.

También estaba atormentado por el miedo, no fuera a ser ahora consignado a esos dolores eternos antes de su tiempo, como se expresa en San Mateo. Porque, aunque los espíritus malignos son inevitablemente condenados y ya sufren los principales tormentos del infierno, sin embargo, el riguroso cumplimiento de todos se aplaza hasta el día del juicio. (Jansenius, conc. Evang.)

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