¿Quién dices que soy? Tú, que siempre has estado conmigo; tú, que me has visto hacer muchos más milagros; vosotros, que habéis obrado milagros en mi nombre? De este interrogatorio agudo, insinúa Jesucristo, que la opinión que los hombres se habían formado de él era muy inadecuada para la exaltada dignidad de su persona, y que espera que tengan una concepción más justa de él. (San Juan Crisóstomo, hom. Lv.)

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