Y Jesús respondiendo. Varias son las interpretaciones dadas aquí. Algunos dirán que se refiere a la destrucción de Jerusalén, que tuvo lugar en el año 70 dC; y otros, hasta el fin del mundo. El de San Juan Crisóstomo parece muy conforme al contexto, y es seguido por muchos. Explica todo, hasta el versículo 23 exclusivamente, de lo que precederá a la destrucción de Jerusalén; tampoco hay ninguna circunstancia que no pueda fácilmente referirse a ese evento, como se desprenderá de una observación cuidadosa y atenta de la historia de los judíos, y de la Iglesia en ese momento, en los escritos de Josefo y Eusebio.

Incluso la predicación del evangelio a todo el mundo, que parece favorecer la explicación contraria, es por el mismo padre que se dice que tuvo lugar antes de la destrucción de Jerusalén. San Pablo les dice a los colosenses que incluso en su tiempo la fe se extendió por todo el mundo. La abominación desoladora puede explicarse por los soldados romanos o por los fanáticos sediciosos que, con sus asesinatos y otras atrocidades, contaminaron el templo.

Véase Josefo, b. 4. y 5. de la guerra judía. Como el deicidio era un crimen peculiar de los judíos y excedía a cualquier otro crimen, su castigo fue severo por encima de toda medida. Si el Todopoderoso los hubiera castigado con todo lo que merecían, ninguno de los judíos habría escapado. Pero como antes hubiera salvado a Sodoma y Gomorra, si se hubieran encontrado allí diez hombres justos para evitar la ruina inminente; así serán acortados estos días de aflicción por causa de algunos que creen.

Los versos posteriores al 22, son explicados por San Juan Crisóstomo de la segunda venida de Cristo, anterior al juicio general. (Jansenius) --- Quienes deseen una explicación más particular de todo lo que precede al versículo 23, cómo se aplica a los judíos, pueden consultar la concordancia de Jansenius, quien así concluye sus observaciones: "Hasta ahora hemos explicado todas las cosas de la destrucción de Jerusalén, cuyas profecías, aunque se referían principalmente a los tiempos de los apóstoles, pueden sernos útiles de dos maneras.

1. Confirmará nuestra fe, cuando veamos claramente cumplido todo lo que se predijo claramente de este pueblo; y puede servir para acrecentar nuestros temores, cuando reflexionamos, de que lo que se agregue inmediatamente sobre el día del juicio, se cumpla con la misma rigurosa exactitud y certeza. Otro efecto de la divina Providencia para el aumento de nuestra fe es que esta profecía, que iba a tener lugar con respecto a Jerusalén, no sea mencionada por S.

John, que vivió lo suficiente para verlo cumplido, pero por los otros evangelistas, que murieron mucho antes del evento. 2. Debe animarnos en la práctica de la virtud, y la gratitud para reflexionar, que cualesquiera que sean las tribulaciones que le sucedan a la Iglesia, o en toda la tierra, todas cooperan en beneficio de los elegidos. Los que sean buenos, no tengan nada que temer. "(Jansenius)

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