Las tumbas de la lujuria; o los sepulcros de la concupiscencia: así llamados por su irregular deseo de carne. En hebreo Kibroth Hattaavah. (Challoner) --- De ahí que San Agustín advierte que, "no es cuestión de tanto momento ser escuchado por Dios. A algunos oye en su ira, concediendo sus peticiones, mientras que se niega a cumplir con algunas peticiones de sus amigos." (Du Hamel)

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