Edom, el pueblo que habitaba cerca del monte Hor. Los de Seir, que se encuentran más al oeste, (Du Hamel) les concedieron permiso para pasar y comprar alimentos, Deuteronomio ii. 28, 29. Grocio sostiene que los hebreos podrían haber forzado justamente un pasaje sobre este rechazo; como dice San Agustín (q. 44), que podrían haber librado legítimamente la guerra contra los amorreos, en la misma ocasión; y las guerras santas se han defendido con el mismo motivo, porque los sarracenos no permitirían que los cristianos fueran en peregrinación a tierra santa.

Ver Mare, lib. I. 1. Pero Selden (Mare. Claus. 20) afirma que los príncipes tienen derecho a impedir que otros pasen por sus territorios; y San Agustín solo exceptúa un caso, cuando están seguros de que los extraños no pueden o no harán daño. Pero, ¿cómo pueden obtener esta seguridad? Calmet responde que la larga permanencia de los hebreos cerca de los confines de Seir, sin ofrecer ningún tipo de molestia, y que sean dirigidos por un general tan santo, podría dar al pueblo de Hor suficiente seguridad.

Pero en cualquier caso, los israelitas no podían hacerles la guerra por rechazar un pasaje, ya que estaban expresamente prohibidos por Dios: No te revuelvas contra ellos, (Deuteronomio ii. 5,) el pueblo de Seir, ni contra ninguno de los idumeos, el hijos de Esaú, que había tomado posesión de la tierra de Horrita, Génesis xiv. 6. Los hebreos parecen haber estado convencidos de esto, de lo contrario no hubieran temido a sus multitudes ni hubieran tomado un camino tan tortuoso.

El ángel en la nube les indicó que procedieran, sin molestar su territorio. Fueron, pues, hacia el sur, rodeando la tierra de los idumeos, que habitaban cerca del mar Muerto. (Haydock)

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