Querer. En la antigua ley, Dios estaba más comprometido a defender a sus siervos de la angustia. Sin embargo, como a veces estaban bajo opresión, sabían que debían buscar bendiciones más sustanciales del cielo. De ahí que no hubieran cambiado su condición por la de los más ricos del mundo. Tales deberían ser aún más nuestros sentimientos, ya que hemos visto a Cristo morir desnudo en la cruz y a sus mártires regocijarse bajo los tormentos más atroces. (Calmet)

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