diciendo: No toquéis a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas; porque cada uno de los patriarcas era, al mismo tiempo, un profeta de Jehová, y el recuerdo de la protección del Señor otorgada a sus padres debía mantener a los descendientes en el temor de Jehová.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad