Así que el número de ellos, con sus hermanos que fueron instruidos en los cánticos del Señor, los líderes entre los músicos en el tabernáculo del rey y en el de Gabaón, todos los que eran astutos, fue de doscientos cuarenta y ocho. Había así veinticuatro clases, o coros, de doce músicos cada uno, una clase de líderes hábiles y experimentados que se contrataban durante una semana a la vez, y estaban a cargo, en rotación, de los de los cuatro mil cantantes que estaban entonces en deber. Los cánticos de alabanza, hábilmente interpretados en honor del Señor, son un deleite para Él, especialmente si la obra se realiza de manera sistemática y en armonía.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad