Y durmió Asa con sus padres, y fue sepultado con sus padres en la ciudad de David, su padre, todo por la promesa de Dios; y reinó en su lugar Josapliat, su hijo. Parece que Asa, a diferencia de algunos de los otros reyes de esa época, siempre se arrepintió de sus ofensas. Dios tiene paciencia con la debilidad de sus hijos y se complace en ayudarlos a levantarse cuando han tropezado.

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