Y sucedió que cuando comenzó a reinar, tan pronto como se sentó en su trono, porque no perdió tiempo en llevar a cabo sus malvados designios, mató a toda la casa de Baasa, hasta el último hombre; no le dejó ni un pistolero contra la pared, ni de sus parientes ni de sus amigos; para protegerse contra cualquier posible vengador de la sangre, ningún hombre quedó con vida.

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