Sin embargo, me dejé siete mil en Israel, todas las rodillas que no se doblaron ante Baal, y toda boca que no lo besó; porque era costumbre besar las estatuas de los ídolos. Así que Elías no era de ninguna manera el único verdadero creyente que quedaba, como le aseguró el Señor, que conoce a los que son Suyos. En medio de un mundo sin Dios, Él tiene Su pequeña tripulación, un pequeño rebaño, de hecho, pero sin embargo le es leal.

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