Y cuando la mujer, después de poner en funcionamiento sus artes infernales, vio a Samuel, pues era su forma la que asumió el espíritu maligno a cuyo servicio estaba, lloró a gran voz, ya que ahora veía claramente que su visitante debía ser el propio rey; y la mujer habló a Saúl, diciendo: ¿Por qué me has engañado? Porque tú eres Saulo.

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