Pero David los persiguió, él y cuatrocientos hombres; pues doscientos se quedaron atrás, que eran tan débiles que no podían cruzar el arroyo Besor, cuya travesía parece haber estado relacionada con grandes dificultades. Estos hombres se quedaron atrás con el equipaje, mientras que sus hermanos más leales seguían al enemigo. Como David, todo cristiano, aunque acosado por la ansiedad y la angustia, puede emprender con alegría y valentía el trabajo que se le ha asignado, después de haberse fortalecido con la oración y la Palabra de Dios.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad