para que también nosotros seamos como todas las naciones, como todas las gentes que las rodean; ya no querían la orgullosa distinción de ser gobernados únicamente por Jehová; y que nuestro rey nos juzgue y salga delante de nosotros y pelee nuestras batallas. Esos eran los deberes del rey, tal como ellos los veían, ser el líder y el gobernador del pueblo, en la paz y en la guerra.

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