Ahora, por tanto, escuche su voz, él debía acceder a sus demandas; sin embargo, protégelos solemnemente y muéstrales la conducta del rey que reinará sobre ellos. Samuel debía explicarle al pueblo en detalle qué cargaban sobre sus propios hombros al pedir un rey, cuáles eran los derechos del rey y qué poderes podía arrogarse a sí mismo; y él debía dar testimonio y presentar ante ellos su pecado contra Jehová para que pudieran purificar sus corazones de su temperamento orgulloso y desconfiado.

En medio de la Iglesia cristiana también se encuentran una y otra vez hombres que se oponen al yugo fácil de Cristo y a la instrucción benéfica de la Palabra divina, exigiendo, en cambio, que el honor y el orgullo de este mundo sean introducidos en la Iglesia. Tales tendencias son una fuente de dolor para el Señor y para todos los cristianos sinceros.

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