Y cuando Judá, la procesión que había salido de Jerusalén por la mañana, llegó hacia la torre de vigilancia en el desierto, en una elevación del terreno no lejos de Tecoa, desde donde podían ver todo el valle, miraron a la multitud, miraron para las hordas que se acercaban, y he aquí, eran cadáveres caídos a la tierra y ninguno escapó, todo el ejército enemigo fue exterminado.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad