Entonces todo el pueblo fue a la casa de Baal, un templo de idolatría erigido bajo la dirección de Atalía en algún lugar de ese vecindario, y lo derribó, y rompió sus altares y sus imágenes en pedazos, y mató a Mat-tan, el sacerdote de Baal, ante los altares, poniendo así fin a la idolatría en Jerusalén.

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