¿Quién había entre todos los dioses de aquellas naciones que mis padres destruyeron por completo, al hacer de Asiria un imperio mundial con conquistas despiadadas, que pudiera librar a su pueblo de mi mano, para que tu Dios pudiera librarte de mi mano? La falacia del argumento de Senaquerib consistió en esto, que trató de sacar una conclusión de la impotencia de los dioses falsos a la supuesta debilidad del Dios verdadero.

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