Entonces, uno de los sacerdotes que se habían llevado de Samaria llegó y vivió en Betel, uno de los antiguos centros de adoración de becerros, y les enseñó cómo debían temer al Señor. De hecho, fue solo una instrucción muy escasa e insuficiente, porque el hombre mismo poseía solo un conocimiento incompleto de Jehová. Por lo tanto, resultó una extraña mezcla de religiones.

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