Y mató a todos los sacerdotes de los lugares altos que allí estaban, sacerdotes paganos que se habían establecido en el país, sobre los altares, que así se convirtieron en sus lugares de ejecución, y quemó huesos de hombres sobre ellos, y volvió a Jerusalén. Aunque el Señor ya no permite métodos militantes de este tipo, todavía se necesita el espíritu que los impulsó. Es deber de cada congregación cristiana quitar todas las ofensas de en medio, no tolerar la impiedad o la mundanalidad en ninguna forma. La reforma conservadora de Lutero y sus colaboradores nos muestra de qué manera debemos proceder.

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