Y sus siervos lo llevaron en un carro muerto desde Meguido, lo llevaron a Jerusalén y lo sepultaron en su propio sepulcro. Así, el intento de Josías de evitar la desgracia de su país se encontró con el desastre, murió en defensa de su posición. Así, los justos son misericordiosamente arrebatados antes de que la desgracia les sobrevenga, y encuentran paz en el sepulcro hasta el gran día de la resurrección. Y el pueblo de la tierra tomó a Joacaz hijo de Josías, lo ungió y lo hizo rey en lugar de su padre.

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