Entonces dijo Joab: No puedo quedarme así contigo, perdiendo tiempo en esta discusión, en lugar de hacer lo que él consideró necesario. Y tomó tres dardos en su mano, varas de madera afiladas a las armas, y las clavó en el corazón de Absalón, mientras aún estaba vivo en medio de la encina, suspendido en la espesura de sus ramas.

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