Entonces, debido a la total incapacidad de los sabios para darle la información deseada, el rey Belsasar se sintió muy preocupado, se llenó de profunda aprensión y temor, y su semblante cambió en él, y sus señores estaban asombrados, no solo llenándose de alarma, pero también de confusión, que se manifestaba en movimientos excitados. "Ninguno retuvo sus lugares; se produjo un alboroto general; se formaron grupos; y la gente hablaba y corría de un lado a otro sin ningún propósito".

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