Por tanto, no tendrán heredad entre sus hermanos; el Señor es su heredad, como les ha dicho. La herencia de Jehová, que iba a ser la recompensa de los sacerdotes y levitas, consistía no solo en el pecho ondulado y el hombro levantado de los sacrificios, como se especifica en los preceptos de los sacrificios, sino en todos los dones consagrados al Señor, también diezmos y primicias.

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