cómo te encontró en el camino, es decir, en Refidim cerca de Horeb, y te golpeó en la retaguardia, aun a todos los débiles detrás de ti, cuando estabas desmayado y cansado; y no temió a Dios. La inhumanidad practicada por los amalecitas al herir y destruir así a los rezagados del ejército israelita demostró que no había temor de Dios en sus filas.

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