Por tanto, servirás a tus enemigos que el Señor enviará contra ti, con hambre, con sed, con desnudez y con falta de todas las cosas; y él, el enemigo, pondrá yugo de hierro sobre tu cuello hasta destruirte. Dado que habrían rechazado al Señor con la riqueza de Su bondad, Él los obligaría a aceptar la alternativa de la dolorosa opresión de los enemigos.

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