( porque Jehová, tu Dios, es un Dios celoso entre vosotros, Éxodo 20:5 ) no sea que la ira de Jehová, tu Dios, se encienda contra ti, como un fuego que crece sin control, y te destruya de tu rostro. de la tierra. Ese fue el castigo que amenazó en caso de idolatría grave. Estas amonestaciones se aplican también a nosotros. Es nuestro deber no solo reflexionar sobre la voluntad del Señor en nuestro corazón, sino también confesarla con nuestra boca y practicarla en nuestra vida.

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