Colgaron, pues, a Amán en la horca que había preparado para Mardoqueo, y sus pies quedaron así metidos en la red que había escondido para otro, Salmo 9:15 . Entonces se apaciguó la ira del rey. Ese es el destino final de los enemigos de la Iglesia, un final espantoso y terrible, en las profundidades de la vergüenza y la desgracia.

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