Y juzgaron al pueblo en todas las estaciones, y Moisés los había acusado y obligado a hacer su trabajo con toda imparcialidad considerada. Las causas difíciles las llevaron a Moisés, como el tribunal de apelación final, pero cada pequeño asunto lo juzgaron ellos mismos. No es la voluntad de Dios que sus siervos se desgasten innecesariamente al servicio de la Iglesia. Le agrada mucho que la obra de la Iglesia, tanto en general como en las congregaciones individuales, se distribuya de acuerdo con los dones que Él ha dado. Por tanto, el trabajo redundará en beneficio de todos.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad