Fue plantada en buena tierra, en un campo bien cultivado y bien regado, junto a muchas aguas, para que produjera ramas y diese fruto, para que fuera una buena vid. El pensamiento es el mismo que tan a menudo instó Jeremías cuando amonestó a sus compatriotas y a su gobernante a someterse al gobierno de Nabucodonosor. No fue la opresión tiránica por parte del gobernante babilónico lo que hizo que Sedequías se rebelara, sino una ambición desmedida, orgullo e ingratitud.

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